miércoles, 14 de mayo de 2014

Misántropo, de Miguel del Arco. (Teatro Español. Sala Principal)



- Lo que yo quisiera escuchar, Alcestes, es qué necesitas para ser feliz.
- Quiero... que me distingan. Quiero que no me confundan. Quiero un amigo que no sea amigo de todo el género humano. Quiero que seamos honestos. Quiero que nuestras palabras muestren el fondo de nuestros corazones. 

El tercer trabajo de Kamikaze Producciones, después de la genial "La Función por Hacer" y "Veraneantes", adquiere el carácter de magnifica. Su capacidad para enganchar desde el primer momento,empalizar con el protagonista,  y mantenernos pendientes de qué le espera a Alcestes en esa fiesta de "amigos" a la que ha asistido, es algo que no abunda en el panorama actual.

La libre adaptación de "El Misántropo" original de Molière, sigue describiendo el desagrado del protagonista por el genero humano y la sociedad del momento, pero 348 años después. La falsedad, lo deshonesto, las amistades forzadas e interesadas, luchas de poder, venganzas personales, y el ascenso social a cualquier precio, siguen formando parte de lo que somos y de cómo nos comportamos. 

Durante toda la representación gravita el "Carpe Diem" que quieren disfrutar los personajes, no importa cuales sean las consecuencias; el "aquí y ahora", el "lo que dure, dure" y esa sentencia final que "hay tanta fusión de escándalos" que nadie se acordará mañana del tuyo.

Alcestes es ese habitante de la caverna de Platón, pero a la inversa, que ya fuera de la misma, ve las sombras de sus compañeros del interior, meras apariencias de lo que realmente son, y que utilizan la retórica como el arte de enmascarar la verdad, para persuadir y regalar los odios a los demás y lograr el fin ansiado. 

El texto de Miguel del Arco suma la alegoría a las distintas partes de un discurso de la retórica, educándonos para que seamos mejores, y no solo nos comportemos como debemos, por una convención social, sino como el camino para eliminar la hipocresía de nuestras vidas.

Israel Elejalde está soberbio en el papel protagonista, pero ahí está a la zaga Raúl Prieto, al que me  alegra haberle visto crecer sobre las tablas desde aquella "Señorita Julia" en la que desprendía ese magnetismo que se ha convertido en un gran talento. Bárbara Lennie, magnifica como siempre. Manuela Paso en un papel que se merece una ovación, y Cristobal Suarez bordando un histriónico Oronte. Ejemplar dirección de actores. Bravo y bravo. Ah! Y mención especial a esa canción de Asier Etxeandía que pone los pelos de punta, ese actor que sin estar presente, conmueve y agita.

Obra IM-PRES-CIN-DI-BLE, hasta el 22 de junio en el Teatro Español. De esas de no cansarte de repetir y repetir y repetir. 

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